lunes, 26 de noviembre de 2007

DIA VI

Jueves 18 de Octubre de 2007

Hoy sí que amanecimos temprano. Hoy inaugurábamos una nueva etapa en nuestro viaje, una nueva aventura. Hoy íbamos rumbo a Marrakech!!!

Desayunamos tempranito, esta vez no al aire libre porque estaba un poco fresco por la mañana.
Empacamos lo mejor que pudimos, sacamos toda la basura del coche, y emprendimos el viaje. Sería nuestra última aventura a bordo del Picante, nuestro amigo fiel...

Le pegamos bastante directo a través del Valle del Dades, ya que sabíamos que el cruce del Atlas nos llevaría bastante tiempo. El paisaje estaba mucho más vivo que a la ida, los colores más limpios, el cielo de un azul fulgurante, supongo que debido al tormentón de la noche anterior.
Cuando aparecieron las montañas a nuestra derecha, casi se me va el alma del cuerpo, las cimas más altas del Atlas estaban completamente cubiertas de nieve!! Completamente!! Por Dios, era una vista tan impresionante! A nuestro lado, a un par de metros, un suelo completamente desértico y árido, y al levantar la vista, un inmenso manto blanco cubriendo las montañas multicolores. Increíble, un contraste que me dejó boquiabierta.

Hicimos un muy buen promedio, y antes de lo pensado, ya estábamos subiendo las primeras cuestas del inmenso Atlas. La progresión fue a la inversa que a la ida, y esta vez fuimos pasando del amarillo al verde, del desierto al bosque. No sé por qué pero el cruce me pareció mucho más hermoso esta vez (tal vez porque venía conduciendo yo? :D)

Los bosques de pinos me hicieron acordar a Va Gral Belgrano y alrededores, el olor a madera y savia, las piñas en el suelo... Sentía la necesidad de respirar profundamente y almacenar todo eso en mis pulmones.
Al final no vimos nieve, ni en el punto más alto. La nevada había sido mucho más al noreste de donde estábamos cruzando. Bueno... mejor... igual, no teníamos cadenas para el Picanto... :P

Luego del Atlas, la ruta no ofrecía nada interesante... Así que al cabo de unas horas, ya un poco ansiosos, arribamos a los confines de la ciudad de Marrakech!!

Un capítulo aparte merecen las vueltas que dimos para encontrar el aeropuerto. Sorprendentemente parecíamos no poder encontrar una sola persona que hable aunque sea francés, así que nuestros intentos se iban en “Aegopogt!! Fiuuuuuuu!!! (haciendo avioncito con la mano) Pour aller al’aeroport!!” y luego de mirarnos raro, nos indicaban una dirección. Al cabo de unas cuadras, más perdidos que antes, preguntábamos otra vez y nos mandaban para el lado contrario!! Al fin (y luego de pasar por varios boulevares, avenidas, callejuelas y demás) encontramos un cartel, y luego otro, y ya no les perdimos el rastro hasta alcanzar el Menara Aeroport.

Mientras Mário hacía el papeleo, yo esperé en el coche con todo el equipaje. Y mientras, me iba despidiendo de él. :D Se había portado tan bien con nosotros!! Y eso que hasta le dimos un paseo 4x4!! Vino el tipo de Europcar a hacer todos los chequeos pertinentes y tras asegurarse que estaba todo en orden, y con una enorme sonrisa en la cara, nos estrechó la mano y nos dio su número de móvil personal, para la próxima vez que visitemos Marrakech.

Y aquí fue cuando comenzó nuestra aventura Marrakechiana :D
Tomamos un taxi (un Fiat Uno como el de mamá!!) lleno de peluches y felpa por todos lados, hasta la plaza Djemaa El Fnaa, el corazón palpitante de la Medina de Marrakech. Nos dejó tan cerca cómo pudo, sin internarse en el caos.

Maletas en mano nos mandamos por una peatonal que saldría derecho a la plaza, en busca de nuestro hotel elegido por la guia. La peatonal esta, salvando las diferencias, tenía un aire a nuestra ya vieja conocida Rambla de Barcelona, pero nunca supimos identificar bien por qué. A mitad de camino, y bastante de repente, Mário se gira y encara a una pareja que pasaba con un “Desculpa aí!”. Yo no entendía nada, de golpe se le dio por hablar portugues con la gente en pleno Marrakech?? Había sido que sus interlocutores eran portugueses también (no sé como los identificó) y entonces Mário aprovechó para robarles un par de consejos sobre la ciudad.

Al final de la calle ya podíamos oir el barullo efervescente de Djemaa el Fnaa... Antes de llegar, doblamos a la derecha, por un pequeño pasaje. Ahí es donde se encontraba el Palace Hotel, jejeje. Preguntamos precio y comodidades, nos mostraron una habitación... mmmm... y si miramos un poco más?? El resto estaban peores... Aquí no hay tantas facilidades, en plena ciudad, con tanta competencia, y el turista tiene que conformarse con lo que le ofrecen o irse a otro lado... Volvimos al Palace, que no estaba tan mal, sólo que la única habitación que tenían para nosotros tenía el baño fuera, y dos camas de plaza y media... y bueeeeno... si estamos acostumbrados a caber en una de una plaza...
Lo que más me gustó del hotel es que tenía un hermoso patio interno con mesitas, lleno de azulejos y con mucho verde... muy marroquí!!!

Ahí nomás tiramos todas nuestras cosas, nos pegamos una lavada de cara y salimos a la aventura!!

Joder, y qué aventura!! Apenas nos asomamos a la plaza, me embargó el vértigo. Había tanto movimiento! Tanta gente! Tanto ruido!! Tantas cosas sucediendo al mismo tiempo!! Me dio un poco la misma sensación que me daba en Nueva York cuando salíamos de noche a la calle y había todo en demasía.

Lo primero que hicimos fue sentarnos a almorzar. Eran las cuatro y media de la tarde y estábamos muertos de hambre!! Así que intentando ignorar todas las sensaciones nuevas, nos sentamos en el primer sitio que encontramos. No fue la mejor comida que hemos comido, pero sirvió a su fin, y estábamos listos para largarnos a la carrera.

Cómo explicar Djemaa el Fnaa?? Mmmm.... Es como... un perimetro... si... irregular... mmm... peatonal... no... casi... mmmm....

Es una gigantesca plaza pavimentada, un hervidero de actividad, un escenario de talentos, un hipermercado de cosas, una dimensión paralela, un corazón a mil, un nudo vial, un gigantesco teatro, un viaje al pasado, un licuado de emociones... todo eso y mucho más.

La primera impresión asusta un poco, te agarra desprevenido... el sonido de las flautas de los encantadores de serpientes, la percusión de los improvisados bailarines callejeros, turistas y locales por igual yendo y viniendo sin un patrón establecido, los coches, y sobre todo las motos, que pasan sin cuidado por entre la gente por una calle imaginaria, los olores que se mezclan con los sonidos, los vendedores de agua y sus coloridos trajes, los pobres monitos atados, los puestos de jugos citricos, las demostraciones artisticas, las intimidantes tatuadoras de henna... es que es interminable... incesante... increíble... Y dominando todo el paisaje, con aire orgulloso, el enorme minarete de la Mezquita Koutubia.

Yo iba prendida a mi príncipe como garrapata. Me intimidaba un poco tanto caos. Mário tenía los ojos bien abiertos, esto es el tercer mundo...

Luego de algunas vueltas desdibujadas, nos metimos en el souq, otro mundo aparte. Una complicada telaraña de pasajes precariamente techados para protegerse del inclemente sol del desierto, donde puedes encontrar cualquier cosa. Uno al lado del otro, centenas y centenas de negocios vendiendo cerámica, lámparas, instrumentos musicales, ropa, especias, cuadros, pantuflas, bicicletas, pufs, artesanías en madera, metal, cuero o vidrio, alfombras, comida, hierbas, souvenirs industriales, platos, juegos de té, camisetas...

Pasear por el souq es toda una aventura, no solo tienes que esquivar las motos que pasan como si estuvieran en la autopista, si no también a los vendedores, que te acosan con sus ofertas a cada paso. “Look! My friend! Amigo! Español?? Two Euros! Mira! English?? Come! Bonito!!” Obviamente yo era completamente ignorada, las ofertas iban dirigidas al macho, que es el encargado de los negocios. La mujer, como mucho, puede decidir si algo le gusta o no, y de ahí, el resto es trabajo de hombres. Si mostrabamos el más mínimo interés en algún artículo, estábamos automàticamente perdidos en una catarata de verborragia vendedora.
Más bien de casualidad, y gracias a un poco de sentido común (es decir, seguir el grueso de la corriente de personas) volvimos a salir a Djemaa el Fna.

Y otra vez volvió a sorprendernos. El paisaje había cambiado rotundamente y la plaza bullía con cientos de puestos de comida ordenadamente montados. De repente ya no sonaban las flautas. Fueron reemplazadas por el escalofriante llamado de las mezquitas. Dejenme decirles, aquí en Marrakech fue mucho más impresionante que en el desierto... jejeje. Supongo que será debido a la mayor concentración de mezquitas en los alrededores, todas llamando al unísono a sus fieles... Incluso tuvimos la suerte de ver algunos de ellos metiéndose misteriosamente por unas puertitas, jeje...

Tanto de golpe puede agobiar a cualquiera. Necesitábamos sacar la cabeza fuera del agua y respirar un poco... Esas altas terrazas de los restaurantes parecían el puerto ideal. Elegimos una al azar y subimos, por suerte encontramos sitio facilmente. Dejamos pasar un poco el tiempo, acompañado de un delicioso té de menta. Desde ahí arriba se podía observar inmune, el ordenado caos de la plaza. Sólo el humo de los improvisados restaurantes allí abajo podía alcanzarnos.

Tanto oler cosas raras abre el apetito, así que al fin nos decidimos a bajar de nuestro parapeto, zambullirnos brevemente en la locura, para volver a subir de nuevo a otro refugio, jejejeje. Esa noche cenamos en un restaurant super pijo con una vista impresionante. Como diría el Andrés: “Me encanta jugar a ser grande!!”.

Esquivando motos, bicicletas, taxis, carros y gente, volvimos al hotel, derecho a los brazos de Morfeo… Había sido un día fantástico, pero bastante agotador… El bullicio nocturno de Marrakech contrastaba con la paz del desierto, pero eso no impidió que vuelva a dormir como un bebé, como siempre que estoy de vacaciones…

jueves, 22 de noviembre de 2007

DIA V

Miércoles 17 de Octubre de 2007
El Miércoles sí que nos levantamos tempranito!!! Es que teníamos planeado una maratón de varios kilómetros y muchas paradas!!
Desayunamos en la terraza del hotel, con una vista magnífica del valle, aunque estaba un poco fresco ahí arriba, jejeje.
Zumo de naranja recién exprimido, las panquecas estas que ya averigüé cómo se llaman (beghrir!!), cafecito, manteca, miel.. (ya me dio hambre...) un espectáculo...
Volvimos al hotel a por las mochilas de viaje (como habíamos decidido pernoctar dos noches aquí, por primera vez no necesitábamos empacar todo otra vez, jeje)

Y partimos otra vez al asfalto. Habíamos decidido empezar por las gargantas de Todrá, ya que la guía aconsejaba visitarla por la mañana que es cuando más penetran los rayos del sol, debido a la profundidad de la garganta.
La única contra es que teníamos que viajar un poco más por rutas deserticas. El inicio de las gargantas de Todrá se encuentra al final de un valle repleto de palmeras, a unos 15km de Tinerhir, que a su vez se encuentra a unos 50km de Boumalne que es donde estábamos nosotros, jejejeje.


La guía (no tomábamos ninguna decisión sin ella!!) decía que la entrada a la garganta costaba 5Dh por coche. Como estábamos esperando el momento de pagar, no nos dimos cuenta de que ya estábamos en el mismísimo medio de la garganta hasta que no tuvimos dos gigantescas paredes de piedra a cada lado, jajaja. Es increíble, en su parte más angosta, donde solo caben la ruta y un pequeño río que corre a su lado, las paredes llegan a los 300mts de altura!!
En ciertas partes del camino había gente haciendo rappel por las paredes del desfiladero. Y en su parte más turística había puestitos de “souvenirs” como los que montan en el rally en medio de las sierras :p
También se veían pastores con sus cabras, algún que otro hotel o restaurant casi “tallado” en la piedra, grupitos de palmeras aquí y allá al costado del río, enormes socavones en la ruta... en fin, un paseo muy pintoresco y paisajísticamente fantástico. El río que te acompaña todo el camino no estaba en su mejor momento, supongo que por la época, pero así y todo es un agregado bellísimo.
El paseo por la garganta del Todrá se extiende por cerca de 35km hasta que la ruta se vuelve intransitable. En realidad, el camino sigue, y con un buen vehículo 4x4, con buen clima y equipamiento, se puede continuar haciendo un loop a través de Tamtattouchte hacia Msemrir y bajar por la garganta del Dadés. Pero basados en nuestra experiencia en el Valle de las Rosas, y montados en un Kia Picanto, preferimos volver por donde vinimos :D
A la vuelta, mucho antes de Tinerhir, optamos por dejar el coche a un costado y nos pegamos una caminata al costado del río, escuchando el ruido de la corriente y respirando el increíble paisaje.

Recorrimos otra vez los 50km hasta Boumalne du Dadés y tomamos el otro camino en la bifurcación, en dirección a las gargantas del Dadés. En el camino paramos a almorzar porque nuestros estómagos ya nos estaban reclamando. Esta vez elegimos sin mirar la guía, un hotel/restaurant en medio de la ruta cuya terraza estaba llena de turistas. Queríamos algo más local y autóctono pero es difícil de encontrar algo así por acá, de tantos turistas que hay!!
Al final la terraza estaba llena de abejas. Bueno... vale... había sólo dos... pero fueron suficientes para que nos vayamos adentro, jajaja. Ahí estábamos sólo nosotros, mucho mejor. Empezamos con una ensalada marroquina (la cual echo mucho de menos) y seguimos con un “omelette” que en realidad era una tagine revuelta con huevos, jeje. Pero que igualmente estaba delicioso!!! Sin mucha sobremesa (esta vez no hubo té de menta) decidimos partir enseguida puesto que teníamos una agenda apretada.

Al cabo de unos pocos kilómetros, comenzó la aventura... una foto a cada paso!!! Las gargantas del Dadés se extienden por 63km hasta Msemrir, más allá del cual, oootra vez necesitas un vehículo 4x4 para hacer el loop hasta Todrá. El paisaje era mucho más variado y colorido que Todrá.
Las paredes de la garganta se alternaban con profundos desfiladeros (la ruta baja y sube todo el tiempo, jeje), verdes valles de palmeras, montañas de roca lisa amarillenta, rojizas kasbahs camufladas con el fondo, increíbles curvas cerradas que me hacían agua la boca, caudalosos ríos de agua transparente, ruinas de fortalezas en las cimas, extrañas formaciones rocosas que parecían dedos callosos, riachos de barro que bajaban las laderas escalonadas, parches de sembradios verdisimos, todo esto alternado con un clima que no se decidía y pasaba de lluvioso a soleado, y de soleado a nublado a discreción, como queriendo acompañar el entorno que cambiaba constantemente.
Cuando se acabo la ruta, una fina lluvia caia sobre el paisaje. Pegamos la vuelta en medio del barro y emprendimos el regreso, maravillandonos aún más que a la ida.

Anochece muy temprano por aquí. Llegamos al hotel poco antes de las 19.00hs, ansiosos por una deliciosa ducha caliente. Habíamos pasado un poco de frío a últimas horas de la tarde.
Otra vez tuvimos la oportunidad de escuchar el llamado de las mezquitas, cuyo eco inundaba todo el valle y llegaba hasta nuestra ventana con una claridad escalofriante.

Esa noche cenamos en el restaurant del hotel. Teníamos ganas de andar en pantuflas una vez. Se come muy bien ahí, no es tan pijo como el de al lado pero se come muy bien. Marche una sopa marroquina y una tagine!!
Esta vez sí terminamos con el té de menta... es que ya lo echábamos de menos.

Una furiosa tormenta azotó el valle esa noche... El viento zumbaba violentamente contra nuestras ventanas... pero no podía llegar a nosotros... en el mejor hotel que habíamos pagado hasta ahora, y en los brazos de mi príncipe protector, dormí como un bebé toda la noche...

viernes, 16 de noviembre de 2007

DIA IV

Martes 16 de Octubre de 2007

Aun dormida, no fui capaz de procesar la informacion al 100%. Según acababa de escuchar, Mário me dijo que iria a por nuestro desayuno. Pues, entonces continue durmiendo placidamente, jejeje.

No tengo idea de cuanto tiempo paso, pero me desperte preocupada. Mire el reloj, las 10.30hs, joder, que tarde, y Mário?? Desaparecido en accion.

Tuve mas o menos unos 10 minutos de preocupacion cuando escuche sus pasos en el pasillo. Aparecio por la puerta con un monton de bolsas y otra enorme sonrisa en la cara.

Y resulta que apenas salio del hotel, se encontro una vez mas con Mustafá, que lo invito a desayunar junto a su hermano Abdul. Alla fueron los tres y charla va, charla viene, desayunaron y luego Mário se fue de compras a la tienda de los hermanos.
Yo por mi parte, me gané un par de babouches, jejeje, que son un calzado tipico aqu
í (que lo usan de diario, pero yo solo de entrecasa, jejeje)
Asi que tuve que salir de la cama! Empacamos nuestras cosas y antes de ir al coche pasamos por el super a proveernos una picada pal almuerzo.

Nos encaminamos hacia el Vallée du Dadés, nuestro siguiente destino turístico. Mucho más verde y mucho más lleno de kasbahs que el Vallée du Drâa, el de Dadés es paso obligado para llegar a las gargantas de Dadés y de Todra.
Lo primero que encontramos fue un enoooooorme (y hermoso!!) lago en medio de las montañas. Pero como quedo a nuestras espaldas no tuvimos muchas oportunidades fo
tograficas, jejeje.

En menos tiempo del que esperamos, alcanzamos el pueblo de Skoura. Desde que salimos que estabamos buscando un sitio al costado de la ruta para hacer un picnic, pero no hubo caso... Recién después de pasar Skoura encontramos un lugar idóneo a la sombra de una “estructura” de adobe cuadrada abandonada al costado de la ruta... Comimos un frugal “brunch” y seguimos camino. Como no teniamos apuro, esta vez podiamos relajarnos un poco mas. El paisaje se ponia mejor a cada kilómetro.

Al cabo de un rato llegamos a El Qalaa M’Gouna, un pueblito famoso por sus productos derivados de las rosas que cultivan en un valle (el Valle de Las Rosas :P) entre las montañas, hacia el norte.
Habiamos escuchado bastante del valle este de las rosas, aunque sabiamos que en esta epoca no tendria rosas.
La guia recomendaba que, si teniamos un vehiculo decente, le echemos un vistazo. Miramos nuestro Kia Picanto de arriba a abajo y concluimos que era bastante decente,
asi que luego de dar quince vueltas al pueblo buscando la entrada al camino del Valle, nos metimos por una rutita sospechosa y allá fuimos!!

Lo que siguió, nunca lo hubieramos imaginado. Miradores increibles sobre un enorme cinturon de palmeras, kasbahs de barro como castillos en islas, sobre un mar de verde, y la inmensidad de las montañas de todos colores alrededor.

Al cabo de unos kilómetros, de repente, el asfalto se termino, y un camino de tierra se internaba entre las montañas. Estaba bastante divertido!!

Luego comenzo a ponerse cada vez mas complicado y desdibujado, pero mientras el Picanto se la bancara...

Y ahí fue donde comenzo nuestra increible aventura 4x4!! Con un Kia Picanto!! No todos, eh?? Jajajaja. Llegamos al costado del rio, donde se abria un hermoso valle que de ratos se convertia en un altisimo desfiladero (y digo altisimo en lugar de profundisimo porque nosotros estabamos abajo!!!) y luego en un verde valle, y luego cruzabamos vados correntosos y seguiamos por piedras para cruzar otra vez el rio, subir una montaña, hacia otro valle donde habia mujeres lavando la ropa, a volver a cruzar el rio (se ponia cada vez mas ancho!! JOJOJO!!) y asi... IN-CRE-I-BLE!!!

Supuestamente (según el mapa) el camino del Valle de las Rosas hacia un loop y volvia a salir a la ruta de donde habiamos partido. Pues, nunca conseguimos hacer la vuelta entera. Un par de bifurcaciones confusas fueron suficientes para que desistieramos y decidieramos volver por donde vinimos (otra vez a la aventura!! YAHOOO!!)
En el camino de vuelta, un niñito me sorprendio con un “bonjour madame!!” por la ventana, jajajaja. Tierrrrrrrnoooo!!!

Al fin llegamos otra vez a El Qalaa M’Gouna, que estaba en plena efervescencia comercial. Casi no se podia avanzar con el coche de la cantidad de gente que iba y venia quien sabe a donde ni porqué.
Alcanzamos otra vez la ruta y seguimos derecho a nuestro proximo destino, Boumalne du Dadés. Habiamos decidido que dormiriamos ahí para visitar las Gargantas al otro dia.
En el camino fuimos pasando mas oasis(ses) y kasbahs y pueblitos casi deshabitados, es increible como ya estabamos casi habituados a esto. Por veces parecia que no hubieramos hec
ho otra cosa en nuestras vidas que recorrer estas rutas... Es que te olvidas de todo lo demas...

Ya teniamos elegido el hotel, el Chems, una vez mas gracias a nuestra guia (bah, de Miguel) y fue bastante facil encontrarlo (siempre sobre la ruta, jejeje). Negociamos un muy buen precio por dos noches con desayuno (ya ni me acuerdo cuanto, jeje). El mostrador de la recepción estaba llena de billetes de todas partes del mundo, debajo de un vidrio. Imaginan mi sorpresa cuando, chusmeando, encontré un Patacón?? JUAAAAAAAAA!!
El hotel, por dentro, nos sorprendio bastante... Era gigantesco!! Y laberintico!! Parecia un palacio de antaño, con sus largos pasillos, amplios halls y pasajes por doquier.

Dejamos el equipaje, nos pegamos una ducha, y salimos a cenar.

Al restaurant lo habiamos elegido con la guia tambien, jajaja. Era en el hotel de al lado, muy caté, que costaba muy caro pa dormir pero muy barato pa cenar, jejeje.
Nos acercamos a la puerta y le preguntamos al primero que vimos “pour manger??”. “Allí, despues de la piscina”. A la pucha!! Piscina!! Salimos a una terracita con una hermosa piscina circular y unas vistas impresionantes al valle delante nuestro.

El comedor era típico marroquí, como todos los que habiamos visto hasta ahora, un salon enorme con columnas, mesas redondas y bajas, un sofa circundando todo y sillas de madera. Detras nuestro teniamos un amplio ventanal que daba al valle.
Un gordisimo gato se paseaba a sus anchas por todo el restaurant. Yo le decia a Mário que en realidad era el dueño del restaurant, que era mago, y se habia convertido en gato para que la gente no lo moleste.

Empezamos con una deliciosa “sopa marroquina”, que estaba un poco picante pero verdaderamente sublime. Y luego, como para no perder la costumbre, una tajine!!!!
Se estaba muy bien ahi, asi que despues de la suculenta cenanos nos echamos para atras, a sobarnos el estomago una vez mas.

Parece ser que habia cena-show, porque al poco aparecieron unos cuantos “locales” con tambores y se sentaron junto al hogar a deleitarnos con su musica. A mi me parecia musica electronica antigua, valga la contradiccion, ya que era puro percusion y cantos raros, pero no dejo de ser una experiencia interesante.

De vuelta al hotel, pasamos por el salon de te, a hacer la digestion con nuestro ya querido te de menta, y de ahi, derecho a la camita, que mañana hay que madrugar....